Hoy quiero alejarme del mundo del desarrollo del software y de la IA y escribir un artículo diferente. Quiero hablarte de sueños, superación y de ideas absurdas.

Esta semana mi pareja, una persona extremadamente importante para mí y con la que llevo compartiendo aventuras y confidencias casi dos décadas, ha cumplido un sueño que tardó tres años en cuajar, primero lentamente, y luego de golpe, en poco más de 40 días.

Este sueño comenzó como comienzan muchos, de manera fugaz e inesperada, al inscribirse en un taller de punto y ganchillo, en principio como terapia ocupacional. De ahí vinieron las ferias, los viajes por España y Portugal buscando ovillos y madejas para tejer primero una prenda, luego dos, luego una docena, y luego otra, y la terapia se convirtió en hobby, el hobby en obsesión y la obsesión en una idea remota, ¿se podría vivir de esto?

Con cada feria, proyecto y quedada había un contacto, una idea, una oportunidad, que seguían ampliando ese universo. Poco a poco generando puntitos que más tarde se terminarían conectando. Una colaboración para tejer una prenda, otra para ayudar en un puesto… Así poco a poco, empezó a calar la posibilidad de tener su propia tienda, un lugar donde vender lanas y ovillos, impartir talleres y crear punto de encuentro de entusiastas del mundo de las labores.

El día que descubrimos que ibamos a ser padres, la única pregunta que nos hacíamos era «¿y si?«. Y hace exactamente 50 días surgió la oportunidad de alquilar un local modesto que tal vez, y solo tal vez, podría ser lo que estábamos buscando.

Lo pensamos en caliente, después lo pensamos en frío, después lo pensamos con los números, y finalmente lo pensamos con la IA. Era una locura (como tantas), pero era una locura posible, un riesgo calculado.

Tomada la decisión empezamos a recopilar datos, papeleos, permisos, proveedores, hablar con familia y amigos que no solamente se alegraban sino que no se sorprendían en absoluto, y que nos hizo pensar que teníamos algo interesante entre manos.

El pasado 10 de Noviembre celebramos una pequeña inauguración con corte de lazo incluido, y a lo largo de esta semana la tienda ha estado abierta por las mañanas. El sueño se ha cumplido, no sabemos si funcionará, ni cuanto durará, pero está ahí, existe, y puedes ir a verlo.

Llevo más de dos décadas escribiendo software, y he aprendido que los sueños se escriben, se programan, se diseñan, se imaginan, se prueban y se lanzan, a veces paso a paso y a veces de golpe.

Pero hay veces, que punto a punto, lo sueños también se tejen.