Propósitos de curso nuevo

Agosto en Madrid es como el triángulo de las bermudas: trabajamos menos porque la mitad de la gente del equipo no está en algún momento del mes y miramos menos los blogs porque, bueno, igual estamos de vacaciones. Sin embargo, puede ser un momento interesante para parar y reflexionar sobre cómo va el año y cómo puede acabar. Para ello tengo algunas ideas que me gustaría compartir contigo.

El curso escolar, que en España transcurre de septiembre a junio, marca los calendarios de padres, profesores y estudiantes de todos los niveles. Si trabajas en algún sector relacionado con la administración pública o si tu organización se beneficia de algún tipo de subvención, estarás ya acostumbrado al valle de agosto tras el que empieza un pico en septiembre.

Por otra parte, si estás involucrado en la búsqueda de talento para tu equipo, habrás visto que septiembre es un mes de mucha rotación respecto a agosto, lo que confirman las estadísticas del SEPE (300.000 contratos más en septiembre que en agosto de 2018, 500.000 en 2019 y 2020)

Si agosto es la antesala del inicio de curso, me pregunto si tendría sentido aplicar las mismas ideas que hacemos cuando cerramos el año en diciembre y hacer propósitos de curso nuevo.

¿Por qué fijar propósitos en agosto?

Simple, tienes menos tiempo para llevarlos a cabo y puedes corregir en cuatro meses. Cuentas aún con un tercio del año por delante y puedes medir de manera más realista lo que vas a poder hacer en ese tiempo. Personalmente suelo pecar de ser finalista (según mis padres) o de procrastinar (según mi mujer), y uno de los desencadenantes es el fijar objetivos a muy largo plazo. Necesito objetivos más cercanos y, con casi total seguridad, tú también los necesitas.

Tim Urban habla en su charla TED de la necesidad de generar un monstruo del pánico que nos fije en la dirección correcta. Establecer objetivos con un horizonte de 120 días (o 16 semanas) te permite generar ese monstruo del pánico, ya que el tiempo para llevar a cabo aquello que te has propuesto es significativamente menor.

¿Qué pasa con los propósitos que has fijado en Enero?

Pues no pasa nada y pasa todo. Me explico: en enero o en diciembre, depende del momento en el que has fijado los objetivos, tienes todo el año por delante y puedes tener objetivos a 12 meses vista.

Una frase que se atribuye a Woody Allen es: “Si quieres hacer reír a dios, cuéntale tus planes”. Los propósitos que fijamos en enero pueden referirse a una vida y a un mundo que en agosto no tienen nada que ver, algo que nos pasó a todos en 2020. No todos los años traerán una pandemia mundial (esperemos), pero cada día trae incertidumbre que te puede mantener o alejar de esos propósitos iniciales.

Establecer propósitos en agosto puede ayudarte de tres maneras:

  • Si hiciste planes en enero, puedes estar siguiendo un plan existente sin ver nuevas oportunidades que han surgido. Por tanto, puedes revisar si tus objetivos siguen siendo relevantes y afinar el resultado que quieres.
  • Si tenías un plan, pero se ha torcido, como nos suele pasar a muchos, puedes volver a él e intentar recuperar la dirección que estableciste en su momento.
  • Finalmente, si no tienes ningún plan o si tu plan original ya no es relevante, puede ser una oportunidad de encauzar los últimos 120 días.

¿Qué tipo de propósitos puedes fijar?

Puedes simplificar los propósitos dividiéndolos en dos categorías fundamentales. Un propósito puede agregar algo nuevo a tu vida o reducir o suprimir algo que tenías o estabas haciendo anteriormente.

Aquello que agregues o reduzcas puede ser o bien un objetivo explícito o un cambio de tendencias, es decir, un hábito. Existen muchos libros para la gestión de hábitos, siendo mi favorito el de James Clear “Atomic Habits”, del que hablamos en este blog en 2019.

Existen muchas maneras de gestionar hábitos, aunque hace unos días descubrí un nuevo sistema a través del canal de YouTube de Thomas Frank. Thomas lo llama “The Martin System” porque está creado por Martin Boehme, un miembro de su equipo. Este sistema se basa en la idea de fijar hábitos en un plazo de dos semanas y re-evaluar cíclicamente. Lo puedes leer con más detalle en su blog. El canal de Thomas en YouTube es una mina de oro en cuanto a consejos de hábitos y productividad así que no lo dudes y échale un vistazo.

A la hora de eliminar cosas de nuestra vida podemos, además de eliminar hábitos que consideremos dañinos, reducir el número de elementos materiales adentrándote en el minimalismo, para lo que te recomiendo el libro Minimalistamente de Adriana Coines, que describe Patri en su canal Mi Estantería Literaria.

¿Hora de cambiar?

Como desarrollador de software, tengo el privilegio de vivir en un momento histórico en el que mi profesión se encuentra con mayor oferta que demanda. Si trabajas en un sector como este, puedes aprovechar los ciclos de cambio que suelen aparecer en esta época del año. El parón de agosto puede ayudarte a reflexionar sobre tu progreso a lo largo del año, tus objetivos o tus aspiraciones, ya sea a nivel de proyecto, de equipo, de área de negocio o de empresa.

Si esa reflexión lleva a plantearte un cambio profesional de cualquier tipo, no olvides que todo cambio lleva un proceso asociado, en el que, en función de lo proactivo que seas y de la libertad de que dispongas, podrás crear o influir en ese proceso, para lo cual no puedo hacer otra cosa que recomendarte mi libro Offboarding o la versión reducida en el artículo original publicado en 2019.

Resumen

Agosto es un momento que permite parar y reflexionar sobre tus objetivos, confirmar que vas en la dirección correcta, recuperar aquellos que fijaste a principio de año o crear nuevos con un horizonte mucho más corto.

Con esa reflexión puedes agregar cosas que te enriquezcan o reducir o, incluso, eliminar aquello que te haga la vida más difícil, ya sean hábitos negativos o pertenencias materiales.

Como parte de este proceso de eliminación puede que sea un buen momento para realizar un cambio profesional, y ese cambio necesitará un proceso, que puedes crear tú antes de que otros lo creen por ti.

Libro – Atomic Habits de James Clear

Hoy, querido lector, te traigo una (no tan breve) reseña de uno de los libros más interesantes que he leído últimamente sobre productividad, concretamente sobre los hábitos, desde un punto de vista fundamentalmente práctico.

El área de productividad lleva llamándome la atención desde hace muchos años, tanto que he leído e intentado poner en práctica muchos métodos, con mayor o menor éxito, y he documentado algunos de estos progresos en artículos como Tareas, Kanban, GTD y otras hierbas

Cuando hace unos meses me recomendaron Atomic Habits, no sabía que esperar. Me había leído (o más bien escuchado) The Power of Habit de Charles Duhigg un libro increíblemente detallado en los aspectos teóricos y físicos de la formación de hábitos aunque un tanto denso, así que otro libro sobre el tema me ponía el listón bastante bajo en cuanto a expectativas, aunque he de decir que las ha superado, con creces.

Nota importante: Este artículo cubre la edición en inglés de “Atomic Habits”, con lo cual la traducción de los conceptos explicados en el libro son propias y pueden no coincidir con la edición en castellano del mismo.

Las cuatro fases de un hábito

Tras una introducción en la que el autor habla de la relación entre identidad, resultados y hábitos, el autor descompone un hábito, en cuatro fases:

  • Cue (desencadenante): Lo que dispara la ejecución de una acción
  • Craving (antojo): Lo que genera la necesidad de llevar a cabo la acción
  • Response (respuesta): La ejecución de la acción.
  • Reward (recompensa): El resultado de la acción.

Las cuatro leyes de los hábitos

Una vez definidas las diferentes fases que componen un hábito y cómo se repiten constantemente a lo largo del día, el libro define el modelo que nos permitirá por una parte, incorporar hábitos positivos a nuestro día a día, así como interrumpir otros que resulten negativos, mediante el uso de cuatro “leyes” que define de la siguiente manera.

Si queremos agregar un hábito positivo a nuestra vida tenemos que conseguir:

  • Que sea obvio (desencadenante)
  • Que sea atractivo (antojo)
  • Que sea sencillo (respuesta)
  • Que sea satisfactorio (recompensa)

En el caso de querer eliminar un hábito que consideremos negativo, el proceso es el mismo, negando las premisas:

  • Que sea invisible (desencadenante)
  • Que sea poco o nada atractivo (antojo)
  • Que sea difícil (respuesta)
  • Que sea poco o nada satisfactorio (recompensa)

El resto del libro se dedica a expandir las definiciones de las cuatro leyes y qué pasos concretos podemos utilizar para implementarlas. Los capítulos son relativamente cortos, específicos y cuentan con un sumario al final de cada uno, así como un progreso en las diferentes leyes.

Ideas interesantes

El libro está lleno de ideas de implementación prácticas relacionadas con los hábitos, de las cuales me gustatría destacar algunas ideas que he sacado de pasajes que he subrayado:

  • Encadenar hábitos, crear un hábito justo a continuación de algo que ya hagamos de manera frecuente, o bien enlazar una acción que queremos hacer con una acción que necesitamos hacer.
  • Con el fin de crear un hábito, tener un entorno estable en el que todo tiene un lugar y un propósito hace que el entorno en sí mismo se convierta en el desencadenante del hábito y que posteriormente la acción a llevar a cabo sea más sencilla.
  • Podemos romper hábitos, pero es prácticamente imposible olvidarlos del todo, resistir la tentación es una estrategia poco eficiente, siendo más útil reducir la exposición al desencadenante (que sea invisible).
  • Es importante destacar la diferencia entre movimiento y acción, movimiento es pensar en escribir este artículo durante 3 meses, fijar un calendario, poner una lista de las ideas que discutir y tener la sensación de “progreso”, acción es sentarse durante 2 horas a escribir. Solamente la acción produce resultados.
  • La ley de los dos minutos nos permite fijar un objetivo ridículamente sencillo, con la idea de que empezar a trabajar en la acción sea fácil, y que no cueste trabajo seguir adelante.
  • Para llevar la cuenta de nuestros hábitos, podemos utilizar un registro, en el cual vamos anotando de manera inmediata y diaria los hábitos que cumplimos. Esto nos permite ser sinceros con nosotros mismos, ya que, habitualmente, pensamos que hacemos las cosas (bastante) mejor que como las hacemos realmente. Es importante que nuestra lista sea corta y concisa, ya que corremos el riesgo de querer llevar la cuenta de muchas cosas, y eso rompa el sistema.
  • Busca tu zona óptima de dificultad. Si algo es demasiado sencillo te resultará aburrido, si es demasiado complicado, te resultará inalcanzable, encuentra el punto medio para poder seguir progresando de tal manera que no te quedes atascado, ya que la mayor amenaza no es fallar, sino aburrirse.

Apéndices y extras

En la parte final del libro, podremos ver un resumen de todas las sugerencias, simplificadas para un acceso rápido, así como enlaces a los trackers, a listas paso a paso para mantener hábitos, y extras sobre hábitos en la paternidad o en el mundo de los negocios.

Conclusiones

Atomic Habits es un libro que no puedo dejar de recomendar si te gusta la ciencia, y sobre todo la práctica de la mejora continua a través de pequeños cambios que representan grandes resultados a lo largo del tiempo. El estilo práctico, unido a los ejemplos y detalles como resúmenes al final de cada capítulo y extras al principio y al final, hacen que la lectura sea rápida y entretenida.

Te recomiendo, además, que visites el blog del autor James Clear en el que define de manera monográfica muchos de los temas tratados en el libro, con lo cual si te gusta el libro te gustará el blog, y viceversa.

Atomic Habits está disponible en formato físico y ebook en Amazon y como audiolibro en Audible

Espero que te resulte tan interesante como a mí.