Gracias a 2023

Este va a ser un artículo diferente, ya que este año no hay plan, no hay objetivos, no hay listas detalladas ni análisis específico de los retos que me puse a principios de año. Este es un artículo sobre la gratitud, ya que este año no me faltan razones para sentirla. 

En el ámbito familiar, este año he sido padre de mellizos. Escribo estas líneas en la madrugada del 31 de diciembre mientras escucho dormir a mis hijos, un niño y una niña que han llegado para cambiar nuestras vidas por completo. Es difícil de expresar la alegría y el miedo que se siente cuando sabes que vas a ser padre, y el pasar treinta y muchas semanas conteniendo la respiración deseando que vaya todo bien. Agradezco profundamente vivir donde vivo, con unas condiciones que permitieron que nuestros pequeños nacieran sanos y salvos, que su madre se pudiera recuperar, y además por tener la red de protección que nos han proporcionado nuestras familias y amigos.

La salud, especialmente la de la gente a mi alrededor también me ha dado razones para dar gracias. Ha sido un año de médicos, hospitales, pruebas, operaciones, medicinas, tratamientos, gráficas y números que han pasado de preocupantes a muy optimistas para más de uno en la familia. Me llena de esperanza saber que todos vamos a acabar el año bastante mejor que como lo empezamos, con la perspectiva de seguirnos cuidando cada día un poco más.

En el ámbito profesional, este año he tenido que dejar de trabajar con gente a la que admiro muchísimo profesionalmente. Sin embargo se me presentó la oportunidad de asumir un rol más extendido en mi equipo, esto ha implicado equivocarme, no leer la situación, dudar, vacilar y ser demasiado impulsivo, todo esto a lo largo de un día, una experiencia de aprendizaje constante desde luego. Tengo razones de sobra para estar agradecido a mis compañeros y jefes, por tener paciencia conmigo, por ayudarme a no perder el rumbo y por enseñarme a ser mejor profesional.

Además, he podido ser testigo de éxitos profesionales de los que estar agradecido, he visto a mi madre publicar su segundo libro con Anaya Multimedia y renovar su pertenencia al programa MVP después de más de 5 años, he visto a mi padre asumir un rol global como parte del grupo Brugg después de más de 25 años de servicio, que le ha permitido viajar y seguir creciendo como ingeniero con ya casi 60 años, a mi hermano compartir historias de horror y misterio de sus primeras guardias en Telefonica, y a mi mujer presentar su factura número 1.000 como freelance tras 5 años haciendo social media desde las trincheras.

Este año además he podido seguir viendo mundo, y ha sido muy gratificante compartir conversaciones en el ámbito personal y profesional, he podido volver a Pamplona para disfrutar un año más de la SCPNA, a Bilbao para el BilboStack (en 2024 me lo pierdo, pero pienso estar ahí en 2025), y a Colonia para la gamescom con mi hermano, una tradición ya establecida que haré todo lo posible por seguir respetando en los años que vienen. Estoy agradecido también de haberme equivocado de tren en Dusseldorf y haber acabado en Duisburgo, y de acabar comiendo un kebab en un local ambientado en la casa del papel. 

A lo largo de este año, he tenido la suerte de estar rodeado de gente que nos ha apoyado, aconsejado, aguantado y han venido a nuestra ayuda, también he logrado mantener el contacto con amigos que se encontraban lejos, compartir las noticias sobre la llegada de mis pequeños con personas de diversos rincones del mundo y recuperado la comunicación con viejos amigos que pensé que había perdido para siempre.

2024 se presenta como un año de aprendizaje. Aprender a conciliar mejor vida personal y vida profesional, aprender a ser padre sin olvidar que sigo siendo hijo, marido, hermano, primo y amigo, seguir corriendo, mantenerme en forma física y mentalmente y seguir buscando razones para estar agradecido.

Para terminar, no puedo dejar de agradecerte a tí y al resto de los lectores por otro año más. Gracias por leerme y acompañarme en esta aventura, en la que siempre ha habido tiempo para escribir unas líneas aunque sea para echar una vista atrás.

Feliz año nuevo

¿Serverless era mentira… o no?

Esta semana se hizo viral un artículo en el que el equipo de Amazon Prime Video hablaba sobre cómo redujeron el coste de su infraestructura un 90% al mover su arquitectura serverless basada en microservicios a una arquitectura monolítica.

El artículo generó muchísimo debate en internet incluyendo réplicas de DHH y de Kelsey Hightower conocido por la defensa de los monolitos y microservicios respetivamente.

Como es un tema en el que he podido tener cierta exposición, quería aprovechar la oportunidad para, una vez leído el artículo, aportar mi granito de arena a la discusión.

Empezar rápido y buscar fallos

Una de las ventajas que menciona el artículo es que pudieron crear el proyecto de manera rápida y reducir el plazo de lanzamiento (o time-to-market) usando la Lambda y Step functions.

Poder crear y lanzar algo de manera rápida es fundamental para saber, lo antes posible, cuanto nos estamos equivocando (porque siempre hay algo en lo que podemos mejorar). En el caso del equipo de Prime Video, descubrieron límites de escalabilidad de los servicios y que el coste era demasiado elevado.

Optimizar para coste

Cuando tenemos una arquitectura de microservicios, siempre vamos a tener un paso de mensajes que puede ser una llamada directa a un servicio o una cola de mensajes. Mientras más servicios, más mensajes, y este tráfico tiene un coste económico pero también de tiempo.

El equipo de Prime Video, además, estaba trabajando con ficheros binarios, en este caso imágenes. El procesamiento de estas imágenes requería almacenar y leer de S3, lo que implica además un coste de escritura y lectura.

Mover los microservicios a un monolito permite hacer los procesos en memoria, optimizando para coste y acelerando los procesos, ya que parte de ese tráfico de red desaparece.

Consolidar es más fácil si las responsabilidades están claras

Una de las ventajas que se menciona es que a la hora de consolidar el sistema en un monolito, la arquitectura prácticamente no sufró cambios ya que los componentes eran los mismos.

Cuando tenemos un sistema separado en diferentes componentes, si la separación de responsabilidades es correcta, traerlos a un monolito trae como resultado una reutilización de muchas partes del código.

La clave es correcta separación de responsabilidades tanto para microservicios como para monolitos, un microservicio no va a arreglar un monolito lleno de código espagueti, y un monolito no va a arreglar una infraestructura problemática.

Predictibilidad

Un punto que no se menciona en el artículo y una ventaja de sistemas serverless, es su uso cuando el tráfico es muy variable, y la facilidad para escalar puntualmente.

Cuando se tiene un flujo de tráfico predecible y constante, los sistemas serverless son más costosos y se pueden utilizar productos como instancias reservadas, que permiten una mayor reducción de costes.

Todo tiene su momento

2014 vio el lanzamiento de AWS Lambda, Kubernetes y la explosión del mundo serverless y microservicios. Desde entonces a lo largo de las redes hemos visto argumentos a favor y en contra de ambos sistemas.

Si algo ha demostrado el artículo y sus réplicas, es que hay espacio para arquitectura orientada a servicios y hay espacio para monolitos siempre que las consideremos como parte de nuestra caja de herramientas. Tendremos escenarios con poca predictibilidad y necesidad de validar rápidamente, y tendremos escenarios con alta predictibilidad y necesidad de ahorrar costes.

Nuestro objetivo como desarrolladores de software es crear soluciones que satisfagan las necesidades de los usuarios de nuestros sistemas. Las necesidades pueden cambiar con el tiempo, y tenemos que estar dispuestos a adaptarnos, aunque eso implique aprender nuevas técnicas, o volver a poner en práctica algunas que creíamos haber olvidado.

El plan para 2023

El cambio de año brinda, una vez más, la oportunidad de ver qué queda de aquellos objetivos, intenciones y hábitos que teníamos en mente, y que hacer este año al respecto.

El pasado enero veía 2022 como un año de continuidad, especialmente tras pasar los primeros días del año aislado en casa con COVID, veamos que tal fue:

Seguir haciendo deporte: 100 días de algún tipo de deporte al año.

Garmin y Strava me marcan 130 actividades, así que, asumiendo que no he contado dos veces el mismo día, creo que ha ido bien.

Seguir leyendo: 24 libros del año pasado en diferentes formatos: audio, digital y papel.

Goodreads me confirma que me quedé corto por un libro, aunque mejor que el pasado año. En el tema de audiolibros he de reconocer que he estado enganchado a podcasts así que tengo mucho por escuchar. El gran descubrimiento de 2022 ha sido el podcast de The Economist https://www.economist.com/podcasts

Seguir escribiendo 8 artículos únicos, sin contar traducciones.

Contando el resumen del pasado año, el total de entradas fue de 7, igualando 2021, aunque realmente estuve sin escribir desde enero hasta diciembre… así que… éxito?

Además de los objetivos que marcaba en el blog, 2022 fue un año bastante completo en muchos ámbitos.

En el ámbito profesional, fue un año de crecimiento y de aprendizaje en el rol de Senior SDE, donde he aprendido a delegar, a dar autonomía, autoridad y responsabilidad a otras personas del equipo en áreas críticas de un proyecto mientras yo centraba mi atención en otras áreas igual de importantes.

En el ámbito deportivo logré seguir un plan de entrenamiento durante varias semanas, correr mi primera media maratón, superar nuevamente la barrera de 1h en dos ocasiones y superar la forma física que tenía antes de la pandemia. Además, he empezado a practicar yoga, lo que ahora me permite tener un espacio diferente en el que compartir, aprender y no perder el equilibrio.

En el ámbito personal recuperamos una tradición que teníamos en casa, que eran las fiestas con amigos y familia, que fue algo que perdimos con los años de pandemia, hemos podido compartir experiencias, celebrar logros, reflexionar juntos sobre el futuro y aprender a vivir con cosas que ocurren, aunque las veamos venir.

Para 2023. Intenciones, hábitos y objetivos

Algunos años he establecido objetivos muy estrictos, otros he puesto la atención en hábitos y sistemas, y otro he mencionado intenciones de pasada. Este año he pensado en hacer un poco de los tres, aunque separando cada uno e intentando definirlo.

Intenciones

Las intenciones son difíciles de medir y de evaluar, y es parte de su magia En meditación y en yoga se utilizan como hilo de la práctica, no se juzgan ni se critícan. Mis intenciones para 2023 son:

Trabajar en seguimiento y consciencia situacional

El concepto de «situational awareness» o consciencia situacional, es tener claridad sobre qué pasa a tu alrededor. Este año quiero prestar más atención a cómo proceso la información que me llega día a día, mis tareas y obligaciones (profesionales, personales, familiares).

Así mismo, evaluar qué sistemas tengo para administrar esa información, qué funciona y qué no, y cuanta basura tengo desperdigada en mi mundo digital (y en mi cabeza, sobre todo en mi cabeza).

Seguir estando presente

No está de más recordar que soy nieto, hijo, hermano, marido, y amigo, y soy personaje secundario en la vida de mucha gente. Este rol a veces se nos olvida cuando estamos demasiado centrados en nuestros objetivos y metas. Tenemos que estar ahí para los demás porque cuentan con nosotros, y merece la pena.

Publicar como medio, no como fin

El año pasado descubrí el métido zettelcasten, y con él la idea de que si almacenaba de manera adecuada las ideas que iba recopilando, me iba a resultar muy facil escribir porque simplemente tendría que hilar ideas. Eso me llevó a almacenar mucha información porque «seguro que puedo hacer un artículo del tema» y, como se puede ver, no ha sido de gran ayuda.

Por otra parte llevo varios años en los que establecer un objetivo para publicar se ha convertido en una sensación de fracaso constante porque tenía otros intereses y dejaba el blog de lado. Este año no pienso abandonar el blog, pero sí que quiero usarlo como herramienta para compartir, y no como una obligación impuesta. Si surge una idea de la que merece la pena hablar, la leerás por aquí.

Hábitos

Los hábitos los conseguimos repitiendo acciones a base de esfuerzo y disciplinca, hasta que «salen solos». Conseguir un hábito es muy difícil, al igual que romper hábitos nocivos. Mis hábitos para este año son:

Seguir haciendo deporte de manera regular

Este año quiero continuar la racha de 100 actividades al año, bici, correr, gimnasio, etc, buscando que no haya meses vacíos. Tengo varias carreras para 2023 así que es importante que el esfuerzo de 2022 no se pierda.

Seguir leyendo de manera regular

Este año quiero seguir leyendo, en papel y en digital, como mínimo 15 minutos al día, además del tiempo que escucho audiolibros y podcasts. Ensayos de historia, política y novela son mis géneros «de sofá».

Conseguir dos horas por semana para estudiar

Además de lectura ligera, existen temas que requieren tiempo, estar sentado tomando notas, reflexionando sobre el contenido y practicando. Apartados técnicos, de gestión y comunicación para que 15 minutos al día no es suficiente ni el sofá el entorno más adecuado.

Mi primera idea implica aprovechar las mañanas, ya que fue el tiempo en el que, hace un par de años, pude sentarme a escribir Offboarding de manera consistente.

Objetivos

Un objetivo es un indicador, podemos obsesionarnos con él, o simplemente ajustarlo según va pasando el tiempo de manera que sea más realista. Este año busco objetivos claros pero con la idea de irlos ajustando a la realidad.

He estado pensando estos días en la diferencia entre una buena planificación y una buena adaptación al cambio, y la base de los sistemas de trabajo ágiles hacen hincapié en lo segundo más que en lo primero.

Si nuestros equipos son ágiles, ¿por qué nosotros nos conformamos con establecer objetivos a un año vista? Por otra parte, si trabajamos en nuestra habilidad de adaptarnos al año cambiante, ¿no nos hará mejores en otras áreas?

Así que aquí están mis objetivos para 2023, que iré ajustando según vayan pasando los meses:

  • Correr 500 km entre carreras y entrenamientos.
  • Correr la Media Maratón de Valencia en 2:20
  • Mantener menos de 0:59 en mis 5 carreras de 10km (Rock and Roll, Norte VS Sur, Madrid Corre por Madrid, Ponle Freno y San Silvestre).
  • Hacer al menos una acción relacionada con Offboarding, ya sean nuevas entrevistas, promoción del libro o de divulgación del tema
  • Leer 24 libros, y escribir reseña en el blog si creo que hay algo interesante que contar.
  • Leer 50 artículos técnicos, de áreas relacionadas con el desarrollo de software, técnicas, gestión y comunicación.
  • Visitar un sitio nuevo, ya sea un nuevo país, una nueva ciudad, o incluso un sitio nuevo dentro de una ciudad ya visitada.
  • Probar algo diferente, una comida, un deporte, un estilo de música, algo que cuando vuelva a este blog dentro de un año pueda mirar con curiosidad.

Seguimiento

El manifiesto ágil habla del valor de responder ante el cambio sobre seguir un plan, y no podemos responder ante el cambio si no nos damos cuenta qué ha cambiado. Para ello, este 2023 haré un seguimiento mensual (al menos) de esta lista, y veremos a donde nos lleva.

Si durante el año hay objetivos o hábitos que hay que cambiar, agregaré actualizaciones en este mismo artículo, en vez de esperar hasta que me den las uvas.

¿Y tú, que intenciones, hábitos u objetivos te has marcado para 2023?

Una entrevista «de salida»

A principios de diciembre tuve la suerte de recibir un correo de Cristina Miquel del equipo de Manfred, con la posibilidad de contribuir a un artículo que estaban preparando sobre procesos de Offboarding.

He de reconocer que me hizo muchísima ilusión que me contactaran, ya que los sigo desde hace mucho tiempo como todas las creaciones de Bonilla y familia, así que no dudé en confirmar mi participación.

Más allá de las fechas o el formato, para mí resultaba de gran valor tener las preguntas de antemano. De esta manera podría volver atrás, hacer los deberes y recordar algunos detalles del libro para poder dar mejores respuestas.

La entrevista finalmente fue una videollamada que decidimos grabar. Esto nos permitió centrarnos en el contenido de la conversación, usando las preguntas como parte del proceso pero discutiendo temas tangenciales si resultaba interesante.

Finalmente, poco antes de publicar el artículo, recibí una copia que me daba una última oportunidad para aportar algo y lo demás, como se suele decir, es historia.

En retrospectiva, me ha resultado curioso comprobar el parecido entre este proceso y el que seguí con las personas que me prestaron su tiempo y su voz para el libro:

  • Las preguntas de antemano para usarlas como hilo conductor pero sin estar restringidos a ellas.
  • Grabar la llamada para centrarnos en la comunicación y descubrir ideas o experiencias juntos.
  • Dar la posibilidad de una revisión final para matizar ideas o agregar información que, en la llamada, se pudiera haber perdido.

Dos años después de publicarlo, sigo aprendiendo o validando ideas que aprendí en su momento. Gracias a todos los lectores por hacerlo posible.

Si has leído el artículo de Cristina y te has quedado con ganas de más, aquí puedes leer más sobre procesos de offboarding, incluido el artículo original de 2019.

Tres aprendizajes de mi camino a la media maratón

El pasado 23 de octubre cumplí el sueño de terminar una media maratón. Un sueño que empezó ocho años antes cuando me inscribí en mi primera carrera popular y que me ha hecho andar varios cientos de kilómetros hasta llegar, por fin, a la meta en Valencia.

Este viaje está lleno de aprendizajes, así que, antes de cerrar el año que me ha dado mi primera 21k, quería compartir algunas ideas que han ido cogiendo forma a lo largo de estos años.

Cada KM es más sencillo que el anterior, y hay que andarlos

Recuerdo que cuando empecé a correr, simplemente intentaba hacer unos metros más cada día, de esa manera pasar de pocos metros a tres o cuatro kilómetros fue un proceso de semanas, para volver a hacer 10 km sin parar fueron meses, y para la media maratón han sido años.

La única manera de correr carreras de larga distancia es… corriendo largas distancias. No hace falta levantarse a las 5 de la mañana para salir a correr, pero requiere disciplina, centrarse, y andar los kilómetros. A lo largo de un año pasamos más tiempo entrenando en solitario que participando en carreras, así que la única manera de disfrutar la carrera es disfrutar del entrenamiento.

Los accesorios vienen después

Para poder ser runner tienes que tener las últimas zapatillas, unas mallas aerodinámicas, el reloj con tres tipos de GPS, la banda en el pecho para medir el ritmo cardiaco con precisión médica, botellas de agua y bebidas isotónicas, geles, unas gafas de sol polarizadas, una gorra, unos auriculares con cancelación de ruido, y no hablemos de los accesorios de invierno.

O no

Los kilómetros que mencionaba antes los hice con unas zapatillas que tenía desde la universidad, y solo tras descubrir que poner un pie delante del otro durante horas era algo que me llenaba, me vi con fuerzas para gastarme el dinero en unas buenas zapatillas que me durarían varios años.

Sí que he tenido un par de arrancadas en falso en cuanto a relojes con GPS, pero desde 2015 mi Garmin Forerunner 235 me acompaña a todas mis aventuras sin que tenga intención de cambiarlo a corto plazo.

Es fácil caer en la tentación de intentar comprar todo lo que creemos necesitar para ser corredores «de verdad», aunque solamente necesitemos un par de zapatillas cómodas, un reloj, una manera de medir distancia, unos pantalones y una camiseta.

La técnica, paso a paso

Tras años de hacer kilómetros sin técnica y objetivo, sí que he encontrado cierta mejoría cuando me he sentado y he aprendido técnicas y metodologías, aunque todo a su debido tiempo. Por una parte he aprendido a entrenar de manera más inteligente, siguiendo programas de entrenamiento como el de Hal Higdon
o siguiendo en redes sociales a entrenadores como Amanda Brooks.

Estar expuesto a buenas técnicas me ha enseñado la importancia de entrenar despacio, reducir el riesgo de lesiones, cuidar la alimentación especialmente los días previos a una carrera, y en general entender mejor cómo funciona mi cuerpo cuando lo someto a cierto nivel de estrés.

En resumen, si este año que entra te pones como objetivo correr alguna distancia, estos son mis tres consejos, primero empezar a trotar en dirección a ninguna parte, luego, si vemos que esto nos da vida, hacernos con unas buenas zapatillas y alguna manera de saber por donde vamos, y finalmente empezar un plan de entrenamiento y repasar nuestra técnica.

Felices fiestas y felices KM (o millas).

La importancia de los mecanismos

Esta semana tuve la oportunidad de discutir con algunos compañeros sobre por qué tenemos ciertos mecanismos para asegurarnos aprender cuando las cosas van mal.

En la industria del softare, por lo general, tenemos una tolerancia bastante alta a ciertos tipos de errores. Dejando de lado seguridad y privacidad, temas con los que tenemos que tener siempre mucho más cuidado, la velocidad de desarrollo lleva implícito que en algun momento la vamos a liar.

Por una parte, es importante tener mecanismos para que nuestras liadas no impacten al usuario del producto, o lo hagan de la menor manera posible. Herramientas como tests de integración que validan ciertos escenarios críticos, o canarios, que simplemente comprueban que todo siga funcionando aunque no hayamos hecho nada (no es raro que de repente encontremos que un sistema está caído aunque no hagamos nada, un disco duro que se ha llenado es un ejemplo de libro).

Por otra parte, cuando las cosas pasan (porque invariablemente, pasan), tenemos que buscar la manera de convertir un error, un bug, una regresión, en una herramienta de aprendizaje para todo el equipo, que vaya más allá de la persona o el conjunto de personas que provocaron el problema.

Estos mecanismos tienen varios nombres dependiendo de las empresas, en general en la industria se denominan Post Mortems, y en Amazon llevan el nombre de Correction of Errors (o COE).

Estos documentos, que se redactan por parte del equipo y se revisan posteriormente, tienen detalles de qué pasó, por qué se generó el problema, cuantas personas han sido impactadas, qué se podría haber hecho para detectar y solucionar el problema en menos tiempo. A su vez se describen una serie de medidas correctivas para evitar que el problema vuelva a suceder.

El objetivo de este tipo de documentos es contribuir a la responsabilidad compartida. Independientemente de quién ha causado el problema, es responsabilidad del equipo asegurarse que las condiciones que generaron el problema no se vuelvan a repetir exactamente.

Jeff Bezos dijo en su momento que «las buenas intenciones no funcionan» y que la solución a un problema no puede ser «intentarlo mejor, poner más esfuerzo» porque son acciones que no se pueden medir, y su eficacia no se puede comprobar.

Un buen mecanismo se puede establecer, ejecutar, mejorar y validar.

Un proceso de offboarding es también un mecanismo, y si estás pensando cambiar de aires después de navidades, te recomiendo mi libro para poder dejar las cosas cerradas, asignadas y tu mente lista para los nuevos retos. Disponible en Libros.com, en Amazon y allá donde se vendan libros.

Después de tres años, vuelvo al BilboStack

El 26 de enero de 2019 a las 17:30 tomaba asiento en el IB449 para hacer la ruta BIO->MAD, dejando atrás Bilbao por última vez… hasta hoy. Tres años después, y aún en la carretera, cuesta no emocionarse al volver de un evento único.

El BilboStack es un evento que, desde fuera, sigue los mismos patrones de cualquier otro evento de tecnología: Dos tracks, uno puramente técnico donde se habla de lenguajes, productos y frameworks, y otro donde se comparten experiencias e ideas sobre organización, producto, equipos, gestión, talento, el pasado y el futuro de la profesión.

Sin embargo, hay un par de detalles que lo convierten en una cita diferente: la duración, y el networking posterior. Oficialmente ha sido un evento relativamente corto, con cuatro bloques de sesiones y una pausa para el café a lo largo de un sábado por la mañana, de 9 a 14h.

Esto hace que tras el cierre y una vez abandonado el recinto, las sesiones se transformen en una amalgama de conversaciones distendidas, amenizadas con pintxos, repartidas alrededor de los muchos bares de la Plaza Nueva (mención especial al restaurante Ahoan por su oferta gastronómica sin gluten) hasta altas horas de la noche.

Este año he podido disfrutar de sesiones en las que he aprendido sobre:

  • Streaming: Cata Oyaneder nos estuvo hablando de cómo se podían obtener datos de una emisión de streaming de deportes para poder mostrar acciones clave tanto en directo como a posteriori, utilizando herramientas como Amazon Rekognition y Google Vision para detectar información relevante a escala, y cómo notificar esta información relevante a los usuarios, dando la opción de ocultarla para evitar “spoilers”.
  • Kubernetes: Edu Tomás nos estuvo explicando, con todo lujo de detalles (y memes) las razones que pueden inclinar nuestra balanza técnica para usar o no Kubernetes, todas las ventajas que aporta más allá del hype, y el coste económico y técnico de la complejidad que requiere ir más allá del “hola mundo”.
  • El metaverso: Bea Martín nos dio una clase de historia, cómo hemos llegado a hoy en el mundo de VR moderno y las aplicaciones de blockchain, en una sesión cargada de datos y con un gran nivel de detalle, que personalmente me han ayudado a entender por qué las Oculus han sido tan revolucionarias, por qué es importante leer a Vitalik Buterin, cómo existen ya muchos proto-metaversos en el mundo de los videojuegos (World of Warcraft, Fortnite y Roblox como ejemplos más destacados) y cómo estamos en medio de un mundo que es parte aspiracional, parte hype, pero desde luego algo que no podemos ignorar.
  • CSS: Naiara Abaroa nos dio otra clase de historia, esta vez de CSS, en la que pude verme identificado en los problemas de CSS 1.0 y CSS 2.0 que me acompañaron en mis primeros años donde “las cosas chulas se hacían con flash”, para a continuación perderme en el millón de características que mostró y que se pueden hacer con CSS a día de hoy sin utilizar preprocesadores ni código de JavaScript. Características como la posibilidad de aplicar filtros para imágenes o soporte para idiomas que se escriban de derecha a izquierda (árabe y hebreo son los ejemplos más usados), o cómo las grids se han modernizado muchísimo en estos últimos años, permitiendo hacer interfaces compuestas sin perder la cabeza en el intento.

Solamente puedo decir que tras las sesiones y el networking he aprendido muchísimo, he recordado lo mucho que echaba de menos los eventos presenciales y he disfrutado de la presencia de compañeros de profesión y amigos, volviendo a una ciudad que no para de acogerme cada vez que la visito desde 2014.

¡Gracias, y nos vemos en 2023!

0x20, un bit más a la izquierda

Esta semana celebramos en casa que la tierra daba una vuelta más alrededor del sol poniendo como referencia mi fecha de nacimiento, vamos, celebramos mi cumpleaños. Este año es especial, y el geek en mí no podía desaprovechar la ocasión para dedicarle un artículo al número 32.

El número 32, además de representarse como 0x20 en hexadecimal, lo puedes ver representado como 0b100000 en binario, lo que significa que paso a necesitar 6 bits para representar mi edad. Desde un punto de vista romántico se puede considerar un cambio de era, en el que cada día tiene más peso, donde todo ocupa más, y donde el impacto de nuestras acciones es más grande.

Desde un punto de vista práctico, son pocas las ocasiones en las que la edad es un valor almacenado en vez de un valor calculado y, a la hora de representarlo por pantalla, el número 32 necesita exactamente el mismo numero de bits para representarse que el número 31: 16, tanto en las codificaciones ASCII como UTF8.

Hablando de bits, el paso a 32 bits marcó un salto en los sistemas operativos y aplicaciones, me acompañó en mi infancia y parte de mi juventud. Mi historia sería completamente diferente sin haber descubierto Windows 95 allá por el año 1997 o sin Windows XP, con sus estilos azules y verdes que me cautivaron allá por 2002.

Los 32 bits fueron también una fuente de frustración ya que, hasta la llegada de los procesadores de 64 bits en ordenadores personales que inaugurarían la era de amd64, el límite teórico de memoria RAM que podía gestionar un procesador de 32 bits era de 4GB. En la práctica, Windows XP no era capaz de “ver” más de 3.25 GB.

Entre los años 2001 y 2008, antes de aprender qué era un lenguaje de programación, desarrollé cierta fascinación por las máquinas virtuales y la posibilidad de ejecutar múltiples sistemas operativos uno dentro de otro, algo que con 3GB de RAM era divertido a la vez que lento, aunque guardo buenos recuerdos de aquella etapa.

En general los 32 bits me han ido acompañando durante muchos años, y de hecho, 27 años después, el desarrollo de aplicaciones nativas para Windows sigue siendo conocido como “Win32”, y es un área en la que últimamente paso más tiempo de manera profesional, saltando constantemente entre los 32 y 64 bits.

Y pasando de bits a bytes, eran 32 MegaBytes de potencia gráfica los que daban vida a la tarjeta ATI Mobility Radeon 9550 que pintaba colores en la pantalla de mi iBook G4 de 14 pulgadas. En el año 2005 se convirtió en mi primer portátil y representó la oportunidad de usar un ordenador más allá de la mesa de mi habitación, abriendo la puerta a poder llevarme mi aprendizaje en el mundo de la informática allá donde fuera.

El ciclo imparable de tecnología que se dio entre 2000 y 2010 hizo ese portátil llegara a mis manos meses antes de que Apple anunciara su transición hacia Intel, y pude ver en directo los efectos de esa migración, cómo las aplicaciones dejaban de ser compatibles hasta el punto de que el sistema operativo dejó de recibir actualizaciones. Eso no impidió que pudiera disfrutar durante muchos años de un ordenador cuyos 32 MB de RAM permitían jugar a juegos como Quake 3 a toda velocidad.

Las potencias de 2 son la base en las que la informática se construye, y hasta que los ordenadores cuánticos sean la nueva realidad, el mundo seguirá funcionando en bloques de unos y ceros, y números como el 32 seguirán siendo importantes, seguirán abriendo puertas y generar nuevos mundos.

Si vamos a la siguiente escala, 32 GB ya se queda corto para un teléfono de alta gama, es habitual contar con tarjetas de memoria de esa capacidad en cámaras réflex, y sigue siendo un salto en cuanto a memoria RAM para ordenadores, especialmente portátiles.

Tal vez, dentro de 32 años pueda compartir contigo, querido lector, todo lo que se puede hacer con un bit más de tamaño. Hasta entonces, gracias por leer y por dar el salto conmigo a esta nueva era, un bit más a la izquierda.

Libro: The Psychology of Money

A lo largo de los años he leído artículos y blogs sobre economía doméstica, finanzas, ahorro e inversión, y de vez en cuando encuentro algún libro del que merece la pena hablar con algo de detalle, como es el caso de “The Psychology of Money” de Morgan Housel.

Este libro, aun enfocado a un público estadounidense, habla de economía, inversión y ahorro desde el punto de vista de las relaciones interpersonales, de cómo nos comparamos con una vida ideal, la gente a nuestro alrededor y con las personas que éramos en el pasado.

Parte de la base de que nadie está loco, y que las decisiones que toma la gente sobre su dinero nos pueden parecer absurdas, pero pueden tener todo el sentido del mundo desde su propio punto de vista. A partir de ahí, a lo largo de 20 capítulos temáticos, cubre varias áreas que incluyen, entre otras tantas cosas:

  • Buscar patrones y alejarse de “lo que le funcionó a la persona X”.
  • La necesidad de encontrar límites y los peligros de siempre querer y buscar más.
  • La diferencia entre riqueza y fortuna (“to be rich VS to be wealthy”): “la fortuna son los activos financieros que no se han convertido en coas que ves”.
  • La relación entre ahorro, tranquilidad y libertad, y la necesidad de ahorrar para sorpresas inesperadas.
  • La necesidad de contar con un margen de error que permita que nuestros planes de ahorros e inversión pueden no salir como teníamos pensados.
  • “La falacia del final de la historia”: o cómo asumimos que hoy vivimos en la última versión de nosotros mismos, y que nuestros objetivos financieros no cambiarán.
  • El riesgo riesgo de creer que todos consejos financieros son válidos sin considerar que en el mercado coexisten diferentes horizontes de inversión.
  • La importancia de las historias, de cómo las malas noticias o las previsiones negativas son más creíbles que las positivas, y cómo una buena historia puede ser inspiradora y peligrosa.

Al final del libro, además de recapitular los diferentes temas de manera muy concisa, el autor comparte sus propias experiencias de inversión, e incluye un anexo sobre la historia de la sociedad de consumo desde el final de la segunda guerra mundial hasta la actualidad.

El hecho de que el enfoque sea desde el punto de vista de las ciencias sociales y deje de lado el carácter meramente técnico de otros volúmenes, hace que los consejos y los puntos de vista compartidos puedan aplicarse a diferentes escenarios y diferentes tipos de personas, lo que hace este libro una recomendación interesante, sea cual sea tu estrategia, situación o necesidad.

“The Psychology of Money” está disponible en tu formato preferido en Amazon

Repasando 2021 y planeando 2022

¡Feliz año nuevo! Ya dejamos las navidades atrás y toca desempolvar los propósitos que fijamos el pasado enero. Con un poco de suerte los habremos mirado a lo largo del año y/o habremos hecho alguna corrección, o incluso habremos repasado en septiembre para hacer propósitos de curso nuevo.

Echemos un vistazo a los propósitos que fijé para 2021, que cosas han funcionado y qué lecciones aprender de estos, y que ideas aplicar en este 2022 que recién comienza.

Repasando la lista original podemos ver que eran ambiciosos, y esto es importante reconocerlo, porque cuando establecemos propósitos de año nuevo lo solemos hacer en una burbuja en la que casualmente tenemos más tiempo libre del habitual, así que cuidado con el primer peligro.

Veamos la lista original, y el estado en el que han quedado:

  • Leer 20 páginas al día de libros. [Perdí la cuenta]
  • Leer 52 artículos técnicos (o 1 por semana). [20]
  • Leer 4 libros técnicos al año (o 1 por cuatrimestre) [0]
  • Examinarme de una certificación AWS [Curso terminado, no examinado]
  • Leer 24 libros (o 2 al mes).  [21]
  • Escribir 8 artículos en el blog (o 2 cada cuatrimestre) [5+1, uno fue traducción]
  • Correr 300 km (o 25 km al mes) [284 km + 768 km de bici]

Más allá de haber perdido la cuenta con en número de páginas al día de libros y la falta de libros técnicos, estoy contento ya que, aunque no logré los objetivos, sí que hice bastante progreso en ellos.

Veamos un par lecciones aprendidas tras analizar estos resultados:

A la hora de fijar un hábito como propósito, tenemos que contar con que necesitamos cierta disciplina para llevarlo a cabo, así como dar seguimiento a los propósitos de manera continuada. Si vas a fijar un hábito y no tienes estas herramientas, puedes perder el hilo y luego es muy difícil recuperarlo.

Fijar objetivos de lectura de artículos y libros puede ser algo muy provechoso siempre y cuando tengamos claridad sobre un tema o un área que llame nuestra atención. Considerar un artículo “técnico” fue un paraguas demasiado grande en el que cabían demasiadas cosas no relacionadas.

Lo que pasó en 2021

Otra de las oportunidades que brinda esta reflexión es repasar cosas que hayan pasado durante el año que no formaran parte de nuestros propósitos, pero que nos hayan permitido crecer ya sea de manera profesional o personal.

En mi caso, desde el punto de vista profesional, tras varios años trabajando en el proceso, finalmente promocioné a Senior Software Engineer, lo que me está haciendo aprender, enfrentarme a diferentes tipos de problemas y contribuir al trabajo que hacemos en el equipo desde otra perspectiva. También desde el punto de vista profesional publicamos Offboarding tras el proceso de revisión y corrección, lo que me convierte en autor publicado.

Desde el punto de vista personal, tras haberla cancelado en 2020 por la crisis del coronavirus, en 2021 sí que logramos celebrar nuestra boda tras horas al teléfono con proveedores, decenas de correos electrónicos y mensajes, muchas reuniones, ensayos y revisiones para una obra de teatro que solo tenía una única representación. Fue un día especial tanto para nosotros como para el resto de los invitados y le debemos mucho a los familiares y amigos que hicieron de oficiantes y voluntarios para que todo fuera bien.

Finalmente, y también desde el punto de vista personal, tras más de 600 días logré volver a correr una carrera popular, lejos de mis mejores marcas, pero con la satisfacción de ser capaz de hacer 10 km sin parar una vez más.

Con la vista puesta en 2022

Llega entonces el momento en el que vemos el siguiente año como un lienzo en blanco y nos preguntamos, ¿y ahora qué?

Para 2022 mi plan es combinar lo que haya funcionado en 2021, seguir haciéndolo, y dar espacio para explorar y curiosear en nuevos temas, sin tener objetivos concretos. Dicho lo cual:

  • Seguir haciendo deporte: Conseguir un total de 100 días de algún tipo de deporte al año.
  • Seguir leyendo: 24 libros del año pasado en diferentes formatos: audio, digital y papel.
  • Seguir escribiendo 8 artículos únicos, sin contar traducciones.

A la hora de elegir temas para leer y escribir, en vez de intentar consumir todo lo que caiga en mis manos, que viene siendo la estrategia que he seguido durante muchos años, voy a intentar poner un poco más de intención sobre cuales quiero que sean esos temas.

Por ello dedicaré un tiempo, sobre todo al principio del año, a buscar uno o dos temas y centrarme en ellos una temporada, esperando que salga algo interesante de aquí que pueda compartir en este blog.

Resumen

El final del año nos permite tener esta retrospectiva sobre lo que teníamos planeado y lo que finalmente sucedió, nos permite decidir si continuar lo que estábamos haciendo, descubrir si necesitamos más herramientas para seguir adelante, o si hay elementos que directamente podemos descartar.

Este momento, además, nos permite reflexionar para ver qué otras áreas de nuestra vida podemos descubrir y explorar.

¡Feliz año nuevo!